El título de mi entrada, aunque publicada en octubre, no hace alusión a Halloween, sino a las historias no contadas que muchos estudiantes y colegas han vivido para lograr publicar un artículo científico. Son tantas las historias -como el famoso Reviewer 2- y tan de diverso tipo, que se necesitarían varias entradas para narrarlas. Aquí sólo me referiré al tema de las coautorías. A pesar de lo “macabras” que puedan sonar las historias, al final espero dejar un mensaje optimista en el que invito a seguir haciendo ciencia de forma ética, también como una forma de protesta ante el sistema de evaluación productivista en el que nos movemos.
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