Hacer ciencia mirando hacia adentro, en lugar de afuera

La comunidad científica, como tal, no tiene incidencia en las políticas económicas y sociales. La comunidad científica se ocupa de la ciencia y si hay cuestiones de interés científico relacionadas con las políticas, la comunidad científica puede tener una postura al respecto y a los científicos como individuos les concierne, pero no hay actos de la comunidad como tal” (Noam Chomsky, 22 de noviembre de 2017).

Del 24 al 27 de octubre asistí a la Reunión Anual Norteamericana de Investigación sobre Murciélagos (NASBR 2018, por sus siglas en inglés). Este congreso se hace en México cada 10 años, por lo tanto, no quise perder la oportunidad de presentar un meta-análisis del efecto del consumo de semillas por murciélagos sobre su germinación. Mi ponencia tuvo buena audiencia, preguntas y eco en las redes sociales.Leer más »

Crisis ambiental: la urgencia de la reflexión epistemológica

Hoy tenemos el gusto de compartir la contribución de Gabriela Pérez-Castresana*


La crisis ambiental contemporánea es la mayor amenaza que afecta a la humanidad en toda su historia. El problema es enorme y complejo por lo que es urgente incrementar su comprensión a fin de posibilitar la emergencia de alternativas de aminoración. La problemática ambiental es una evidencia de la necesidad de un cambio en nuestros enfoques, modos de actuar y nivel de conciencia. Es tiempo de reflexión y cambio; de cuestionar con más fuerza la racionalidad de la modernidad, de criticar los modelos o fundamentos que sustentan nuestras investigaciones, reconocer nuestros obstáculos epistemológicos como científicos y lograr una visión del mundo más acorde con su funcionamiento cotidiano. Leer más »

La escalera femenina de la ciencia

Hoy compartimos un post invitado de la Dra. Adriana Lizzette Luna Nieves*.

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Es imborrable el gesto del médico cuando lo revisó por primera vez, era algo así como el de alguien que ve un fantasma. Cuando vio ese rostro desencajado, algo dentro de ella se rompió. Ese doctor, llamó a otra doctora con quien compartió miradas cómplices. La segunda doctora llamó a un tercer doctor y lo más que atinaron a decirle fue que era necesario hacerlo un estudio a su hijo. Ella no preguntó más, para ese momento ya tenía taquicardia, le sudaban las manos y estaba medio mareada. Mientras le hacían el estudio vio otra vez esos gestos en los especialistas. Buenas tardes, soy la doctora tal, parece ser que su hijo tiene cáncer en el ojo en una etapa muy avanzada. Le dieron papeles e instrucciones para que de inmediato fuera al hospital tal, a la unidad de oncología, para su atención inmediata. Agarró los papeles, salió de la salita, dejó a su bebé de un año sentado en una sillita y corrió al pasillo de al lado. No pudo dar un paso más y cayó en llanto en el suelo. Regresó por su niño, tratando de ser ella. Manejó lo más rápido posible mientras decía por favor no, por favor no. Los recibieron en el hospital, donde cuatro doctores lo volvieron a revisar haciendo los mismos gestos que le congelaban el alma. Le dieron más hojitas y más instrucciones. El diagnóstico inicial fue cáncer en el ojo, pero faltaba hacerle biopsias, resonancias y otros estudios. Los resultados tardaron tres semanas. La relatividad del tiempo sí existe. Pensó. No había cáncer, se trataba de una enfermedad clasificada como rara que se presenta en un niño, dentro de un millón. Durante el primer año después de su diagnóstico, sometieron a su hijo a ocho cirugías y a diversos tratamientos médicos que estará obligado a continuar por el resto de su vida para controlar su condición.Leer más »