Esta es una entrada de nuestra invitada la Dra. Adriana Maldonado-Chaparro.
Enseñar es una parte esencial del mundo académico. Sin embargo, no es raro encontrar personas que quieren ser parte de la academia pero dejan a la enseñanza en un segundo plano. Para mí, la academia comprende dos actividades principales: investigar y enseñar. En general, los postdoctorados nos preparan para ser investigadores y rara vez, para ser profesores. Personalmente creo que la enseñanza es tan importante como la investigación y por tanto, deberíamos recibir un mejor entrenamiento en docencia y pedagogía. Mas aun cuando para ser exitosos en el ámbito académico es necesario tener experiencia docente. La pregunta es entonces: ¿cómo y cuándo se puede adquirir esta experiencia?
Primero quisiera explicar por qué creo que enseñar es fundamental en la academia y por qué deberíamos trabajar para adquirir estas habilidades. La enseñanza juega un papel clave en la formación de las siguientes generaciones, es un medio por el cual podemos conectarnos con los estudiantes e inspirarlos. A través de la enseñanza podemos despertar curiosidad y pasión por la ciencia en aquellos que aún no han sido expuestos a ella. Como resultado, podemos contribuir a la formación de profesionales más críticos y esperar que algunos de ellos sean los científicos del futuro.
Enseñar es una actividad que puede consumir mucho tiempo, por tanto, la mejor época para ganar experiencia es durante la maestría o el doctorado. Es cierto que no es una tarea fácil y en muchas ocasiones la consideramos una distracción del objetivo principal del programa académico. Sin embargo, yo creo que enseñar mientras se realiza la investigación incrementará las habilidades de manejo del tiempo y reforzará los conocimientos adquiridos. Yo empecé a obtener estas habilidades durante mi maestría como ayudante de asignatura. Luego, durante mi doctorado, trabajé como asistente de docencia por tres años. Esto no sólo me dio la oportunidad de conocer otros sistemas académicos, mejorar mis habilidades de comunicación y aprender sobre pedagogía, sino que también me ayudó a financiar mis estudios. Fue una experiencia de gran valor para el desarrollo de mi carrera académica.
Existen varias maneras de obtener experiencia docente. La primera y más común es siendo asistente de docencia. Esto ofrece una variedad de temas y formatos en los que se puede participar. Por ejemplo, se puede involucrar en la preparación de clases convencionales, seminarios, laboratorios, entre otros. Puede participar en cursos de nivel básico o avanzado. En mi caso, trabajé en cursos introductorios para estudiantes de toda la universidad y más adelante, en cursos específicos del programa de Biología. Gracias a esto aprendí la diferencia en estructura, profundidad y tipos de actividades que se ajustan mejor a cada caso. También aprendí cómo las responsabilidades varían de un curso a otro y entre universidades.
Después de graduarme trabajé como docente de cátedra en UCLA; algo que hubiera sido difícil de lograr si no hubiera tenido experiencia docente. Tuve la oportunidad de enseñar un curso avanzado de comportamiento animal para estudiantes de licenciatura. Esta experiencia fue desafiante pero muy gratificante. Tuve que preparar el curso desde cero. Aprendí cómo establecer los objetivos del curso, construir un programa, planear actividades, supervisar asistentes de docencia, preparar y dar clases y preparar exámenes. Durante este tiempo aprendí que las habilidades de comunicación oral que desarrollamos, por ejemplo, cuando vamos a conferencias, son muy importantes: hablar con confianza y respetar los límites de tiempo demuestran una planeación cuidadosa de la clase. Sin embargo, esto no se logra sólo con la actividad misma de dar la clase, ésta habilidad se desarrolla practicando antes de dar la clase, e incluso escribiendo el guión de lo que se planea decir.
En conclusión, mi consejo es que trate de empezar a obtener experiencia docente tan pronto como sea posible. Disfrute y aprenda de cada paso del proceso y más aún de los estudiantes. Al final, ellos son quienes evalúan nuestro desempeño y quienes nos ponen retos. Y por supuesto, no se desanime si los comentarios de los estudiantes respecto a su desempeño docente son duras, tome las críticas constructivas, aprenda de los errores y continúe mejorando.