Después de presentar el marco de los sistemas socio-ecológicos y su estudio interdisciplinar para comprender la complejidad que abarcan, en esta entrada he querido hacer una reflexión sobre la interdisciplina y la transdisciplina. Basándome en la literatura y en la propia experiencia de formación y práctica interdisciplinar, quiero mostrar que la inter y la transdisciplina representan una oportunidad para seguir avanzando en los desafíos que enfrentamos actualmente. Por otro lado, señalar que estas intersecciones pueden generar resistencia o rechazo en ciertos círculos de científicos, y que nos recuerda la importancia de discutir sobre los prejuicios y el dogmatismo que existe en la comunidad científica.
Mientras avanzamos en generar y sintetizar conocimiento científico, también avanzamos en integrar y construir nuevo conocimiento entre diferentes tipos de conocimientos. Cada uno de estos tipos tienen su lógica y pertenencia. El conocimiento científico se basa en métodos particulares que permiten su replicabilidad y otros criterios que aseguran su rigurosidad (clave es la revisión de pares). Pero desde un punto de vista ético, el conocimiento científico tiene la particularidad de ser “situado” (ver esta entrevista a Hebe Vessuri). Es decir, es contexto dependiente del sistema de valores y de la realidad de los científicos que lo generan. Por otro lado, hallamos el conocimiento tradicional de los pueblos originarios, donde se conjuga la empírea y las cosmovisiones particulares de las diferentes culturas. Este conocimiento local e indígena está enraizado en el origen antiguo de diversas culturas en el mundo. Los conocimientos locales son actuales y sus representantes son interlocutores con los que entablar diálogo desde el conocimiento científico es necesario para avanzar en la comprensión general de problemas compartidos por toda la humanidad (por ejemplo, ver UNESCO, Apgar et al. 2009).
¿Y dónde quedó el elefante? Una antigua parábola de enseñanza espiritual en algunos países orientales (India, China, Tibet) nos cuenta que un grupo de hombres ciegos (convengamos que también podrían ser mujeres) tocan a un elefante para aprender cómo es. Cada uno siente una parte diferente, sólo una parte como una pata, la cola o la oreja. Luego comparan sus aprendizajes y notan que están en total desacuerdo. Mientras uno dice que el elefante es como un tronco, otro dice que es como una cuerda y otro afirma que es como un abanico. Esta parábola ha sido usada en la academia para hablar de relatividad, de epistemología y también como una metáfora sobre la interdisciplina.
La interdisciplina es un enfoque científico que busca comprender la realidad como un todo (en el sentido de un proceso y no un objeto), y para su investigación requiere de las diferentes disciplinas generando intersecciones que permiten ir abarcando la complejidad de esta realidad. Desde la interdisciplina un fenómeno es abordado por diferentes “ojos” para comprender más cabalmente y abordar operativamente la complejidad. Esto busca superar la metáfora de los “hombres ciegos y el elefante”. Necesitamos las experiencias de otros. La transdisciplina es la generación de un nuevo conocimiento a través de un método integrador entre diferentes saberes (no sólo científicos), involucrando actores diferentes a los académicos (desde población local a tomadores de decisiones). Un reto importante de los diálogos entre diferentes sistemas de conocimientos es la validación del conocimiento producido. Para la ciencia el conocimiento se valida por pares, es riguroso y objetivo, en tanto para el conocimiento local el conocimiento se valida por la práctica y creencias que el conocimiento científico desestima por resultar subjetivas (ver como ejemplo el trabajo sobre la producción del conocimiento en el contexto de IPBES (Intergovermental Science-Policy Plataform on Biodiversity and Ecosystem Services) por Löfmarc y Lidskog 2017). Estos desafíos se ven atravesados por relaciones de poder muchas veces asimétricas. Sin embargo, trabajos realizados entre estos sistemas de conocimientos y mundos culturales diferentes (científicos y pueblos originarios, o comunidades rurales) nos llevan a aprender nuevas verdades y animan a trabajar inter y transdisciplinariamente (Apgar et al. 2009, Ortega-Uribe et al. 2015).
La parábola de los hombres ciegos y el elefante también puede mostrar cómo un conocimiento desacredita al otro por no verlo/tocarlo por sí mismo, sobre la integración de saberes, y otra lectura: la inconmensurabilidad del universo, de la vida y los límites de la razón humana. El conocimiento científico producido por una diversa comunidad científica nos muestra, una y otra vez, los avances asombrosos a los que podemos llegar desde esta lógica y también las fronteras de nuestra comprensión humana. Esta cita que parafrasea a Richard Feynman: “la esencia del pensamiento científico es mirar, que por más profundo que uno va, aún hay una profundidad inmensa, misma que no se puede abordar con sentido común, sino trascendiendo hasta la forma en que aprendemos…” (mira este video y este otro sobre R. Feynman), nos lleva a ser críticos de nuestros propios conocimientos y cómo los aprendemos. Necesitamos estas reflexiones para abrir nuestras mentes a posibilidades aún no exploradas en un momento de urgencias socio-ambientales.
Alejandra Tauro
Referencias
[…] sobre la necesidad de abordar el componente social de la restauración desde una perspectiva transdisciplinar, en la cual diferentes conocimientos, saberes, percepciones y prácticas trascienden el marco […]
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