De la obsolescencia del método científico y la ciencia normal crónica en Ecología

Desde muy temprana edad se nos introduce al método científico en la escuela, se trata de una serie de pasos que inician con la observación y planteamiento de una pregunta, para después generar una hipótesis y un diseño para ponerla a prueba y finalmente, hacer algún tipo de generalización. Esencialmente se trata de un proceso hipotético-deductivo que, a decir de varios de mis profesores, es una de las mayores fortalezas de la investigación científica. Sin embargo, en esta entrada discutiré cómo, en la práctica, el método científico tiene una aplicabilidad limitada y no garantiza un avance real en las ciencias que lo utilizan. Empezaré por confesar que las situaciones en las que aplico el método científico con mayor frecuencia es en la vida diaria mientras que, paradójicamente, algunas veces parece ser una herramienta poco útil en mi quehacer como ecólogo.

Por ejemplo, recientemente fuimos los únicos desafortunados en la colonia en quedarnos sin electricidad (observación); este fenómeno tenía varias posibles explicaciones (hipótesis): una falla en la instalación interna de nuestra casa o en la línea de suministro externa a cargo de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) o en la interface (punto de intersección de la instalación interna y externa dentro del medidor). Con ayuda de un multímetro fue posible descartar algún defecto en la instalación interna, el siguiente componente a descartar dentro de nuestro dominio era la interfase, después de desmontar el medidor y apretar los tornillos (diseño experimental) seguíamos sin luz y por lo tanto, inferimos que el problema estaba en la instalación externa (conclusión e inferencia). El punto al que quiero llegar es que el método científico no es científico, es un método para probar una hipótesis que no necesita ser una hipótesis científica. En la vida diaria hacemos investigación y utilizamos este método para saber ¿cómo se metieron los ratones a la casa? o ¿por qué ya no prende la computadora?, pero, no es investigación científica. Si un método tiene aplicabilidad generalizada, no encuentro la razón de colocarle el adjetivo “científico”. La diferencia entre investigación a secas y la investigación científica radica en su contexto teórico y no en el uso del método “científico”. Si no hay contexto teórico solido, el método científico es incapaz de transformar esa investigación en investigación científica.

El método “científico” (notar las comillas) se ha convertido en una limitante más que en una herramienta útil para el ecólogo. Ciertamente el método “científico” puede funcionar para probar hipótesis en un número limitado de estudios pero, no ofrece soluciones satisfactorias para muchos otros. El razonamiento lógico por el cual se hace la inferencia durante la aplicación del método “científico” es la deducción ¿Es acaso la inducción inútil en Ecología? El método científico propone una hipótesis en sus primeras fases, pero… ¿Es posible que la hipótesis sea el resultado final de la investigación? Es más ¿en toda investigación ecológica es necesaria una hipótesis? Quizá la obra más conocida de la aplicación de la inducción para generar una teoría en el campo de interés de los ecólogos es sin duda el Origen de las Especies de Charles Darwin. Los que hemos leído la obra y conocemos un poco de la vida de Darwin, sabemos que él llevó a cabo sus observaciones sin una hipótesis, de hecho, no tenía un diseño experimental o un esquema sistemático para realizar sus observaciones. Es más, la obra de Darwin carece de la estadística más elemental disponible en su época. El método usado por Darwin se parece más a la teoría fundamentada de Glaser y Strauss desarrollada en 1967 que al método científico. La teoría fundamentada es popular en Ciencias Sociales, inicia con un diseño flexible que se va adaptando conforme se recaban los datos y, en contraste con el método “científico”, la hipótesis y/o teoría se obtiene por inducción al final de la investigación. Pese a la ausencia del método “científico” en el trabajo de Darwin, este trabajo generó el paradigma más sólido que tenemos en Ecología. De hecho, en pleno 2018, es posible encontrar en las revistas más influyentes en Ecología citas de los trabajos originales de Darwin usando fragmentos textuales del Origen de las Especies y cuya conclusión general solo confirma lo que se postuló hace más de 1.5 siglos; eso sí, usando elegantes diseños y con gran robustez en cuanto a tamaño de muestra y análisis estadísticos. Sin embargo, este tipo de investigación (esencialmente deductiva), a pesar de su sofisticación, solo redondea el paradigma ya establecido. De acuerdo al esquema planteado por Thomas Kuhn en su magna obra “La Estructura de las Revoluciones Científicas” escrito en 1962, en mi opinión, tenemos a la Ecología en un estado casi crónico de ciencia normal (etapa en la que solo se confirma y delinea el paradigma dominante) ¿Por qué una investigación cualitativa e inductiva como el origen de las especies ha generado más avances en Ecología que las investigaciones deductivas con diseños sofisticados y gran volumen de datos? Mi propuesta es que el uso del método “científico” esencialmente sirve para reforzar el paradigma dominante, pero no es efectivo para generar nuevas teorías o paradigmas por sí mismo. En realidad, la generación de teoría y paradigmas es un proceso esencialmente inductivo.

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El método científico. Imagen tomada de Planck Ciencia

 

Invito a los lectores a tomar cualquier número reciente de alguna revista de alto impacto en Ecología para que se den cuenta que en su mayoría son estudios dirigidos a probar hipótesis usando el método “científico”. Lo mismo sucede en los congresos de Ecología y en las tesis de los estudiantes de posgrado. En la mayoría de estos trabajos se usa la literatura como inspiración para proponer una hipótesis, no es raro encontrar estudios que prueban hipótesis conocidas pero en nuevos sistemas o sitios geográficos  y esto “se venda” como novedad, aunque en realidad solo represente un avance modesto o nulo (p.ej. “está hipótesis no se ha puesto a prueba en ecosistemas tropicales“, “aunque se ha probado en el sotobosque, existen pocos estudios en el dosel“). En su mayoría los ecólogos buscamos el dato primario (el que se obtiene en el lugar de los hechos), interpretamos los datos a la luz del paradigma dominante y concluimos por deducción. Aunque la producción de datos primarios tienen gran valor para el conocimiento de un sitio en específico, tiene una contribución limitada al avance de un cuerpo teórico de una disciplina en particular. Estamos viviendo en la era de la informática, en Ecología se producen gran cantidad de datos que muchas revistas exigen que se hagan públicos, existen repositorios y revistas dedicados a los datos aún sin un contexto teórico (p. ej. dryad, PLoS ONE, scientific data, etc.). Es realmente paradójico que teniendo tan abrumadora cantidad de datos, los ecólogos, en su mayoría, estemos enfocados en generar nuevos datos. Recientemente, Ariel Rivas de la Universidad de Nuevo México planteaba durante un seminario (SIUM, Cinvestav Mérida 13 de Febrero 2017) que en su campo de estudio (inmunología), se necesitarían 26 horas de lectura contínua para estar al día con la literatura solo de su campo de estudio (notar que el estimado excede las 24 h del día). Ariel planteaba la existencia de un cuello de botella cognitivo: no es posible “digerir” la información a la misma tasa a la que la estamos generando. Aunque no he hecho el análisis formal, estoy seguro que en Ecología existe una situación similar. Si en Ecología tenemos abundancia de datos y existe mayor oportunidad de generar nueva teoría por inducción, haría un llamado a los ecólogos a reconsiderar la estrategia y analizar todos esos datos en busca de patrones y sobre todo, buscar nuevas explicaciones que redunden en nueva teoría y posiblemente, paradigmas.

Estoy seguro que una transición como la que sugiero no será sencilla, son muchos años de esta práctica y un romanticismo muy arraigado; la idea de salir al campo es altamente seductora para los ecólogos. Sin embargo, tenemos que considerar que los recursos monetarios son cada vez más escasos y el acceso a la información cada vez más barato, una Ecología basada en el reciclaje de datos es altamente costo-efectiva en el contexto actual y necesaria para garantizar su avance. Otra opción que puede darle mayor dinamismo a la Ecología es la investigación teórica, al menos en Latinoamérica, la Ecología es abrumadoramente empírica. Sin embargo, la investigación empírica necesita de la teoría como insumo básico. Sin nueva teoría, la etapa de ciencia normal simplemente perpetuaría, la teoría es la punta de la lanza en la investigación científica. En Ecología, es un error común que la teoría se asocie con la formulación de expresiones matemáticas para abstraer un fenómeno, sin embargo, la teoría en Ecología se formula antes que las ecuaciones. Debido a que la Ecología se encarga de fenómenos naturales, es imposible generar teoría sin conceptualizar antes. En realidad la formalización matemática en la teoría ecológica es el medio para proponer hipótesis testables, no para generar teoría. Robustecer la filosofía y la epistemología de la filosofía de ciencia así como la lógica matemática y filosófica en los posgrados en Ecología podría contribuir a que cada vez más ecólogos se interesen en la teoría.

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