¿Qué “deben” estudiar los ecólogos del tercer mundo?

A nivel mundial los fondos destinados a la ciencia están siendo reducidos. Sin embargo, las razones de esta reducción no son las mismas en todo el mundo, en los países en vías de desarrollo como en el que vivo (México), el presupuesto disponible es limitado y las necesidades son muchas. Desafortunadamente, mi país y otros del tercer mundo, enfrentamos problemas tan graves como el hambre, la violencia y la migración forzada; bajo este contexto, tal parece que la inversión en las ramas básicas de la Ecología debería ser algo prescindible. En una situación de crisis, los gobiernos tienden a reasignar el poco dinero disponible para la ciencia en aquellas investigaciones orientadas a la solución de problemas inmediatos dejando de lado la investigación que parece no tener una aplicación inmediata, como si la necesidad de planificar al mediano o al largo plazo fuera exclusivo de los países desarrollados. En esta entrada de EcoLatino elaboraré sobre la pertinencia de la ciencia de frontera en Ecología en los países donde los recursos son escasos y los problemas son abundantes, como es el caso de la mayoría de los países de Latinoamérica. Las preguntas centrales de mi argumentación son:

¿Es la Ecología básica un lujo en los países en vías de desarrollo?

¿Los ecólogos de los países en vías de desarrollo tenemos el deber moral de limitarnos a estudiar problemas dentro de las fronteras de nuestros países?

Iniciaré por definir mi postura personal: creo firmemente que limitarse a atender problemas inmediatos y postergar la inversión en ciencias tan fundamentales como la Ecología, es una mala decisión en cualquier país del mundo, incluyendo aquellos en vías de desarrollo. De entrada, la distribución de la riqueza económica y la riqueza de recursos naturales en el mundo no se sobreponen. Mientras que los países con las economías más fuertes del mundo están en latitudes templadas, los países en vías de desarrollo están en el trópico, donde se concentra la mayor biodiversidad del mundo. Al mismo tiempo, los países en vías de desarrollo son los mayores proveedores de materias primas del mundo y, si no se invierte en conocer la dinámica de estos recursos, la falta de materias primas eventualmente se convertirá en un cuello de botella para el desarrollo del “primer mundo”. Esta asimetría en la distribución de materias primas fue el principal motor del colonialismo europeo. Aunque el principal interés de los colonialistas era económico, las expediciones solían considerar a un naturalista dentro de la tripulación. Viajar por el mundo durante años no era barato, y la Europa de ese tiempo tampoco estaba exenta de otros problemas, por lo que supongo que invertir en profundizar en la historia natural del mundo tropical era considerado, de alguna manera, redituable. 

Mapa de la expedición americana de Alexander von Humboldt. Tomada de https://commons.wikimedia.org

Algunos personajes que tuvieron gran influencia en la Ecología como Alexander Von Humbolt (alemán) o Charles Darwin (británico) realizaron viajes transcontinentales altamente costosos y los resultados de esta inversión se perciben fundamentalmente en el avance del conocimiento universal en las ciencias naturales. Más recientemente, nuestra insaciable curiosidad por conocer la capacidad de adaptación de los seres vivos nos ha hecho embarcarnos en el experimento más costoso de historia de la humanidad: La estación espacial internacional. Aunque el monto exacto de la inversión en la estación espacial es variable en las fuentes que consulté, el costo por dato obtenido en la estación espacial internacional excede enormemente los costos de cualquier experimento equivalente en la tierra. Algunos experimentos en esa estación se preguntan cómo diversos organismos reaccionan al ambiente predominante fuera de la tierra, algo que tácitamente es exo-ecología. En este proyecto, los gobiernos de países europeos, Estados Unidos, Canadá y Japón invierten cuantiosas cantidades de dinero en algo que, a decir verdad, es difícil encontrarle aplicación práctica a corto plazo. Para finalizar con los ejemplos, expongo algo más cercano a mí; durante 2017, en la ciudad donde vivo: Mérida, se llevó a cabo el congreso anual de la Association for Tropical Biology and Conservation. Paradójicamente, para un ecólogo tropical en el sentido amplio, es decir, que no solo realizamos trabajo de campo, sino que vivimos en el trópico y recibimos un salario tropical, asistir a este tipo de eventos es realmente difícil, ya que la sede del evento se rota entre diversas regiones tropicales del mundo tan distantes como Filipinas, Madagascar, Malasia y otros lugares que sólo conozco gracias a National Geographic. En fin, si ustedes revisan el libro de resúmenes de este evento y toman nota del sitio de adscripción de los autores, se darán cuenta que la mayoría de los trabajos presentados en este congreso de biología tropical, fueron realizados por colegas con base en países templados de Europa o Norte América. Dejaré de divagar y aterrizaré esto a donde quiero llegar: algunas preguntas en Ecología básica exigen diseños experimentales costosos que demandan ir más allá de las fronteras del país que las financia y, tal parece, que sólo algunos países pueden hacerlo, generalmente, los países desarrollados.  

Temas y sedes de los últimos congresos de la ATBC
Tomado de https://tropicalbiology.org/atbc-meetings/annual-meetings/

Para dar un panorama de la situación actual de los ecólogos de países en vías de desarrollo usaré como referencia mi país; sin embargo, estoy seguro de que ecólogos de otros países de Latinoamérica podrán identificar trayectorias similares. México enfrenta graves problemas, entre muchos otros, lo que nos quedan más cercanos a los ecólogos tienen que ver con la salud, el acceso al agua y los alimentos. Para atender esta y otras problemáticas, el gobierno de México ha definido incrementar el gasto social, principalmente el apoyo directo en efectivo, cobijado por programas que incluyen el apoyo de parte de asesores y la dotación de infraestructura. Al ser los recursos públicos limitados, el aparato del estado definió compactarse, política que no excluyó al sector encargado de la ciencia en México que, dicho sea de paso, tiene como cabeza de sector a una destacada ecóloga (María Elena Álvarez Buylla). Construir una estrategia en ciencia con orientación social y enfocada en la resolución de problemas locales no ha sido una tarea nada fácil, en especial considerando que los recursos destinados a esta tarea son inferiores a los del año pasado y adicionalmente, que a los investigadores se nos ha solicitado adoptar un modelo de austeridad republicana que consiste fundamentalmente en gastar el mínimo posible. Impulsar el desarrollo científico desde esta perspectiva social y con austeridad ha sido desafiante, no sólo para los científicos, sino también para los que administran el dinero. El avance se ha dado mediante una suerte de ensayo y error. Desde mi perspectiva, las dificultades que hemos enfrentado tienen su raíz en una incompatibilidad entre la ciencia de frontera con los problemas locales. Por ejemplo, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México (CONACyT) ha tomado como slogan algo que han llamado “la soberanía científica”. Aunque el CONACyT ha definido la soberanía científica como la generación de condiciones para que el sector de ciencia y tecnología sea más provechoso para la nación, al no ser un término estándar, es difícil de entenderlo y peor aún, no es claro cómo podríamos incorporarlo como principio fundamental a nuestro quehacer. De hecho, la RAE define soberanía como “la autoridad dentro de un esquema político” y al soberano como, “el ser superior dentro de una entidad que no es material”. Entiendo por el contexto y algunas declaraciones de la Dra. Álvarez Buylla que esto es un intento de poner las prioridades sociales de la nación como eje principal sobre el cual gire la ciencia en México. Sin embargo, esto es, para algunas áreas de la ciencia, algo que tiene poco sentido. Por ejemplo ¿cómo un astrónomo podría implementar este paradigma en su investigación? En la astronomía como en otras ciencias básicas, las prioridades las impone las fronteras que se tiene en el campo específico del conocimiento y no los problemas nacionales o regionales.

Restringir a los ecólogos del tercer mundo a atender los problemas prácticos locales puede conducir a una subutilización de un recurso humano altamente capacitado. Los datos generados por los científicos del tercer mundo son muy valiosos en un escenario mundial donde los fondos para investigación están en constante declive. Los ecólogos de los países tropicales somos la mejor opción para optimizar el costo-beneficio de los monitoreos a largo plazo de los ecosistemas tropicales y los servicios ecosistémicos que proveen a la humanidad. Los ecólogos del primer mundo podrían considerar reducir drásticamente el costo de sus expediciones al trópico y canalizar esos fondos en fortalecer la infraestructura local. La solución a las enfermedades tropicales transmitidas por vectores no llegará sin antes conocer aspectos básicos de la interacción parásito- hospedero, el ciclo de vida del hospedero y los patrones de movilidad de vectores y reservorios. El ecólogo de enfermedades no podrá dar soluciones puntuales sin realizar antes investigación básica en el área de distribución del vector, misma que puede ir más allá de las fronteras de su país. El tercer mundo no puede atender problemas regionales sin recurrir a la ciencia global.

Las divisiones políticas son artificiales, pero los ecosistemas y los problemas ambientales no respetan esas fronteras, no ganamos si sólo nos enfocamos en los problemas de nuestro país e ignoramos los problemas de los países vecinos. Por ejemplo, actualmente la presencia del alga parda conocida como sargazo ha generado una situación de desastre en el caribe mexicano debido a que la economía de la región depende fuertemente del turismo de sol y playa. Las soluciones locales han tenido un alcance limitado: diseñar formas de contención, colecta y aprovechamiento para el alga removida. Pero el problema no se solucionará con esfuerzos locales, ya que el fenómeno se manifiesta a otra escala. El problema del sargazo afecta en un grado variable a gran parte del Atlántico y tiene su origen en la contaminación orgánica de los océanos y la alteración de la cadena trófica. Una solución al problema de fondo requerirá ciencia básica y global. Mis colegas del laboratorio de ficología de la unidad Mérida del Cinvestav han iniciado por lo más básico: identificar las especies de sargazo (las algas denominadas como sargazo representan todo un género de algas) que están llegando a las playas mexicanas, el objetivo es proponer formas de control, pero es imposible brincarse los aspectos básicos.

Las especies invasoras, la contaminación de la atmósfera, la regulación del clima son otros problemas que no se podrán resolver sin la colaboración de los ecólogos del tercer mundo por una simple razón, al igual que la economía, los problemas ambientales mayores se están tornando globales. Los países en vías de desarrollo tal vez no puedan destinar los mismos montos a la investigación básica que los países desarrollados, pero las preguntas que nos inquietan son similares. La investigación básica en Ecología no es un lujo ni en el primer, ni en el tercer mundo, es igual de relevante en cualquier parte del mundo y es la base para la solución de los problemas. Si vivimos en el mismo mundo y la Ecología de frontera tiene alcance global, todos, desarrollados o en vías de desarrollo, seremos beneficiados.

Edición: Angela Camargo


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