Ante el desafio de conciliar la vida académica y familiar

Steven Cooke, fisiólogo de la conservación y editor de la revista Conservation Physiology compartió, a finales de enero, el siguiente tweet que por decirlo menos causó revuelo en la “tweetosfera” académica. Verlo me hizo repensar algunas ideas por ahí latentes las cuales intento organizar en esta entrada y compartirlas con Uds. Cooke, con más de 60 artículos publicados al año, afirma que es posible mantener una alta productividad científica sin sacrificar el sueño o la familia, es decir, manteniendo el llamado “work-life balance”. Varias personas respondieron a su tweet felicitándolo, expresando su admiración y algunas incluso cuestionaron que esa alta producción se debe a que tiene un número importante de postdocs, estudiantes de postgrado y técnicos en su laboratorio; a lo que él respondió que si bien eso es cierto y ayuda, tiene la responsabilidad adicional de coordinar y buscar dinero constantemente para que los proyectos avancen y las personas sigan trabajando sin problema. También afirmó que una de las razones de su “éxito” es el soporte de su esposa y familia. Y es justo esto último lo que llamó mi atención. Tras leer su tweet pregunté si su esposa también es investigadora. A lo que él amablemente respondió que no, trabaja en educación pero no en la academia. “Es el ejemplo de la mujer detrás del gran hombre”, pensé.

Los ecólogos usamos diferentes aproximaciones para entender los fenómenos que estudiamos. Uno de ellos es la observación e identificación de patrones. Esta forma de observar el mundo natural probablemente permea nuestra vida diaria y hace que tendamos a observar consistencias en las situaciones que nos rodean cotidianamente. Pues bien un patrón que he identificado en mi círculo académico cercano (que por supuesto no es generalizable y uds. podrán debatirme) es que en casi todas las parejas que conozco en las que ambos son académicos (95% biólogos) y padres/madres de familia, el hombre es el que ha logrado el éxito en la carrera académica o va en el camino a conseguirlo. Y me refiero a éxito con la acepción de aquel que tiene buenos resultados y es reconocido en la comunidad, no intento equiparlo con felicidad u otra emoción claramente más compleja. Este rezago o desaceleración en el ritmo de la carrera en el caso de la mujer parece estar explicado en gran parte, no es para sorprendernos, por la maternidad. Un estudio publicado recientemente en el PNAS [1] (y reseñado por Nature [2]) que siguió una cohorte de 841 científicos* que fueron padres entre 2003 y 2006 y examinó cómo cambió su carrera entre 2003 y 2010, encontró que 43% de las mujeres con trabajos de tiempo completo en áreas STEM dejaron el sector o cambiaron a un tiempo parcial después de haber tenido su primer hijo. En contraste, sólo 23% de los hombres dejaron o disminuyeron su tiempo de trabajo.

Figura tomada de Nature con base en los datos de Cech y Blair-Loy (2019, PNAS 116: 4182-4187).

Como con cualquier patrón que observamos en la naturaleza suelen haber excepciones a la regla. Muy seguramente alguno de uds. identifica algún caso en el que el hombre fue el que decidió quedarse en casa a cuidar a los hijos mientras la mujer trabajaba porque sólo ella había tenido las oportunidades y era lo más conveniente para la familia. Me pregunto entonces si en nuestro mundo académico es imposible conciliar el desarrollo académico pleno y la estabilidad familiar, ¿es casi una regla que alguno de los dos deba “sacrificar” su carrera para que el otro avance y así conseguir cierta estabilidad económica para la familia? Es probable que conozcamos ejemplos de parejas en las que esta dinámica en la que uno de ellos ha desacelerado su avance o parado por completo su carrera académica es una decisión personal/familiar y para ese miembro de la pareja en particular no representó un sacrificio, por el contrario, las nuevas facetas que ha tomado su vida lo satisfacen igual o más que una carrera en la ciencia. Mi cuestionamiento es cuando para algunos de los dos abandonar la carrera académica sí representa un sacrificio personal y el sistema parece no ofrecer otra opción.

Los hallazgos que muestran que la maternidad es un mecanismo poco entendido pero determinante de la inequidad de género en las carreras STEM está claramente reconocido [1, 3]. Sin embargo, los resultados del estudio que mencioné anteriormente mostraron que no es sólo un problema para las mujeres (aunque suelen ser mucho más afectadas). Ambos, padres y madres, tienen mayor probabilidad de abandonar su carrera que sus pares sin hijos. Incluso se detectó que una parte de los que abandonaron su trabajo en la academia retomaron un trabajo de tiempo completo fuera de la Ciencia, indicando que el problema no es el tiempo de dedicación per se sino el tiempo de dedicación en las áreas STEM. Esto refuerza la idea que el problema es estructural. Parece que estamos frente a un sistema en el que se cree que los profesionales con responsabilidades de cuidado (no sólo hijos, muchas veces padres adultos mayores o un familiar enfermo) son menos valiosos y menos comprometidos con su trabajo que sus colegas sin este tipo de responsabilidades.

Si me están siguiendo, seguro les llegarán a la cabeza contraejemplos a mis observaciones. Yo hice lo mismo y los casos que vinieron a mi mente son de parejas de investigadores (en el campo de la Ecología) ambos consolidados que a sus 60 años probablemente ya lograron lo que querían en términos académicos. Para mí esas parejas están fuera de comparación porque entraron en esta dinámica académica y avanzaron en este sistema bajo otras condiciones (por ejemplo, ¡cuando tener un título de doctorado era bastante raro y casi aseguraba una plaza académica en una universidad o instituto de investigación!). La realidad que vivimos ahora los jóvenes investigadores que andamos en nuestros 30s o inicios de los 40s es totalmente diferente. Afortunadamente, no sé si está cambiando, pero al menos se está empezando a hablar de esos desafíos [3, 4, 5]

Termino con más preguntas que respuestas: ¿el sistema académico-científico actual sí está alentando por igual la incorporación y avance de la mujer en la ciencia? Más importante aún: ¿está contribuyendo al desarrollo de un ambiente familiar propicio para la crianza de niños y jóvenes felices con papás/mamás ejemplos de crecimiento integral? ¿está aprovechando al máximo el potencial de los investigadores independientemente de sus responsabilidades personales?

* Por cierto este estudio se basa exclusivamente en una base de datos de profesionales en Estados Unidos, ¿cómo estará la situación en México o en otros países de Latinoamérica? Una asignatura pendiente.

Angela A. Camargo Sanabria https://twitter.com/alegnacamargo29

Referencias:

[1] Cech, E. A., & Blair-Loy, M. (2019). The changing career trajectories of new parents in STEM. Proceedings of the National Academy of Sciences, 201810862.

[2] Else, H. 2019. Nearly half of US female scientists leave full-time science after first child. Disponible en http://www.nature.com

[3] De Soto, L., Torices, R., Broennimann, O., Guisan, A., & Rodríguez-Echeverría, S. (2016). ¿ Existe un sesgo en la participación y visibilidad de las mujeres en ecología? Una comparación entre los congresos ibérico y suizo. Revista Ecosistemas25(3), 105-111.

[4] Dasilva, J. 2019. Women Helping Women Isn’t Just A Rallying Cry. It’s Good Business. Disponible en http://www.refinery29.com

[5] Jakobsdóttir, K. 2018. How to build a paradise for women. A lesson from Iceland. Disponible en http://www.weforum.org

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